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En el tiempo en que ya comienza a entibiar y el viento corre levantando
polvo en la playa, y meciendo la fronda siempre verde del molle de la orilla; un hogar humilde - del carpintero y de la heladera-,
era alegrado por el nacimiento de un niño moreno, de rasgos firmes: ojos pardos serenos, nariz aguileña y labios delgados predispuestos a la sonrisa franca.
Muy parecido a su padre y "con una que otra cosita" de su madre.
Don Cesario se percato de la fecha. Era el 9 de julio de 1938 y como ya lo habia decidido con doña Eleuteria, en caso de que fuera
varon el vastago, dijo que se llamria Alfredo y de ninguna manera Billy o Harry, o Hamilton, o Washington Perez, como se estaba poniendo de moda bautizar a los niños entonces y
ahora se ha hecho ya de uso comun, corriente y ridiculo produciendo no pcos choques idiomaticos entre nombres y apellidos.
A Alfredo, que vino a ser un tipo orgulloso de su raza, no le habria gustado "nadita" que sus padres hubieran tenido la orcurrencia de ponerle un nombre
que no estuviera de acuerdo con su ancestro.
En su pueblo -Tupiza- que lurgo el llamo "Pueblito encantao", Alfredo crecio como todos los chicos de entonces "chapaleando" descalzo en los charcos que la lluvia dejaba en las calles
"juscuteando" con las pepas de durazno, o con las "oncitas" de plomo vaciadas en moldes de greda, o que pasaba a Villazon llevando platanos y cafe; o que volvia de la frontera cargado de contrabando. Crecio
en los cerros "brincoteando" como cabrito y resbanlando sobre las nalgas, hasta dejar los pantalones agujeros. Crecio en el risco y la quebradda correteando en pos de las p'asacanas, de los t'hacos y de las
lechuwanas.
A los doce años, sin que sepa su papá y sin el permiso de su mamá. Alfredo se fue para la zafra argentina, alli vio y vivio la explotacion del bracero bolivianos, en duras y rudas jornadas sobre
el surco cañero. Alli tambien nacio su vocacion artistica. Cuando arrimado al fogon de un paisano, vio tocar la guitarra. Sintio que sus fibras vibraban como las cuerdas del instrumento y se atrevio a pedirle al paisano
que le enseñara a tocarla; pero recibio una patada en el trasero y la advertencia de que nunca intertara pulsar una guitarra, si no queria ser un borracho. Y es qeu por entonces, todo guitarrero, malo y bueno, o regular, se la pasaba
de gira permanente por las cantinas o de serenata en serenata, trasnochado, amanecido y siempre curdo.
Tuvo que conformarse por un tiempo, con emplearse en un circo para cuidar al mono, hasta qeu, cogido por la policia en Pichanal, fue devuelto a Tupiza donde sus padres lo reclamaban y el director de la escuela qeu habia abandonado
, lo tenia como ejemplo de mal ejemplo.
Aquel director y muchos maestros equivocados de profesión o que no se hicieron tales "no por vocacion, si no por la vacacion"; que menospreciaban a los chicos y pobres; que no entendian a los chichos discolos e inquietos; que no
sabian que se puede estar sentado frente al abecedario on el estomago vacio y que nunca se habian preguntado que era primero ¿comer o leer?; le enseñaron a Alfredo el desafecto a la escuela y por eso, si ir a ella, se porpuso aprehender la vida
en contacto directo con los protagonistas, desde los muchachos "hualaychos", pasando por los campesinos sencillos, los mineros endurecidos y de mano encallecida; los obreros "de overol manchado" y hasta llegar a los intelectuales; para aprender
a ser "amigo humilde y sencillo ... sobre todo, amigo".
Vuelto a su tierra - traido del cuello por la policia-, ayudaba a su mamá en la venta de los helados en la esquina de la plaza y por las noches vendía caramelos en la puerta del cine.
Secretamente pulsaba y a la guitarra, arrancándole sonoridades con admirable facilidad; parecía que entre él y esa caja de resonancias exquisitas, exiostía ya una vieja amistad, una mutua simpatia.
Se empleó de barredor en una oficina y allí, sus compañeros de trabajo que ya conocían su afición, le dijieron en buen día "Alfredo; porque no intentas una cosa y te vas a tocar la guitarra, por ejemplo, a La Paz....
andate allá, puedes ganar plata".
Don José le dió una guitarra y con ella Alfredo participaba los fines de semana en audiciones radiales con las que la emisora local entretenia a la población. Fue la primera vez que tuvo una guitarra casi propia, pues hasta entonces
había andado"mangueando" toda clase de guitarras y con todas se entendia bien. No cabía duda que era amado por este instrumento tan parecido a la mujer por su voz, por sus formas .... porque se deja acariciar y.... acaricia el artista que se consustancia
con ella. Se podría decir que la guitarra, en el caso de Alfredo, era una enamorada de su pulsador.
Fue en la radio, en una de esas audiciones, que por su papá ... que tampoco queria -por nada del mundo- que tocara la guitarra, que lo pillo infraganti. Llegado a su casa, Alfredo corrío a meterse bajo la cama porque presintío sobrevenir la chicoteada,
que para otros chicos de su edad y condición, era como el pana nuestro de cada día. Antes los papás mandaba en la casa con el cinturón en la diestra y sujetando el pantalos con la siniestra. Corrían el riesgo de que les cayera, pero imponian su autoridad. No como ahora que prefieren
obedecer y someterse a las impertinencias de sus hijos que reclaman "dialogo de generaciones".
Pero alfredo aquella vez no recibío la paliza; al contrario, cuando abandonó -a duras penas- su refugio bajo el viejo catre y salió tembloroso acogiendose a la garantia de su mamá de cuya pollera no se desprendia; escuchó a su padre que con voz sosegada, le decia:
- Alfredo: yo te lo hey de hacer una guitarra, pero quiero que me prometas, hijo, que no te has de dedicar al trago.... ¿Bueno?.
Prometido y cumplido, Alfredo recibió la guitarra, con la que don Cesario se inició a su vez en el oficio de fabricarlas y no se dió al trago. Claro que no era una abstemio recalcitrante y, lo decia él mismo: "alguna vez me agarro, con los amigos, pero por amistad ¿no?".